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En una escena que en la Argentina actual puede considerarse exótica, Axel Kicillof y Rogelio Frigerio protagonizaron un gesto de convivencia política en la cumbre del Consejo Federal de Inversiones (CFI) realizada en Paraná. Lejos de los cruces habituales, debatieron sobre modelos de desarrollo con respeto mutuo, sin descalificaciones ni ataques personales. Incluso compartieron mates con naturalidad durante las exposiciones de otros mandatarios. El encuentro fue convocado por el CFI, organismo técnico fundado en 1959 por Rogelio Frigerio, abuelo del actual gobernador entrerriano, que, ante los embates del gobierno de Javier Milei contra el federalismo, comienza a cobrar una renovada relevancia política. Bajo la conducción de Ignacio Lamothe, recientemente ratificado por consenso de los gobernadores, el organismo organizó esta cumbre para discutir el rumbo económico del país. “Kicillof y Frigerio fueron los mejores alumnos”, sintetizó una fuente del Consejo Federal de Inversiones. El gobernador bonaerense abrió el debate cuestionando el paradigma aperturista y reivindicando el proteccionismo, en línea con los recientes giros globales encabezados por figuras como Donald Trump. “Estamos ante un cambio de paradigma histórico. Hoy se respira un clima de defender lo nuestro, en todo el mundo menos en un país: Argentina”, sentenció. Frigerio respondió desde otro ángulo, asegurando que “Argentina sigue siendo una de las economías más cerradas del mundo”, y reabrió un tema espinoso para el kirchnerismo: las retenciones: “Somos uno de los pocos países del mundo que cobra derechos de exportación”, remarcó. Kicillof defendió ese mecanismo como una herramienta de justicia distributiva y protección del mercado interno. Pese a las diferencias, ambos coincidieron en que cualquier modelo de desarrollo requiere de un Estado nacional presente y activo, algo que, según los propios mandatarios, hoy escasea. “Coyuntura mata estructura. Frigerio y Kicillof comparten muchos intereses, y están buscando la manera de ponerlos por delante”, confiaron desde el entorno del gobernador bonaerense. El encuentro dejó una imagen llamativa: Kicillof cebando mate, moviéndose de silla en silla para acompañar a sus colegas, hasta terminar al lado de Frigerio, quien lo llamaba por su nombre de pila. En tiempos de polarización y grieta, el gesto no pasó desapercibido.

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