El intento del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por mediar con Venezuela sufrió un importante revés luego de que su gobierno mantuviera el veto al ingreso de Caracas al bloque de economías emergentes conocido como BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Esta decisión fue calificada por el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, como una “agresión” y un “gesto hostil” hacia su país. A través de un comunicado oficial, la Cancillería venezolana expresó su rechazo, asegurando que Brasil reproduce “el odio, la exclusión e intolerancia promovidos desde los centros de poder occidentales”. En el mensaje, el gobierno de Maduro sostuvo que esta acción se suma a “la política criminal de sanciones” impuestas contra Venezuela y afirmó que “ninguna maniobra” detendrá el avance de su país en la escena internacional. El veto brasileño se mantuvo en la última cumbre de los BRICS, que tuvo lugar en Kazán, Rusia, y a la que Lula no asistió debido a un accidente doméstico. En representación de Brasil, el excanciller y actual asesor presidencial Celso Amorín explicó que el gobierno de Lula consideraba que la ampliación del grupo debía hacerse de manera pausada y con precaución. “No defiendo la entrada de Venezuela. Hay que ir despacio; llenar los BRICS de nuevos países podría generar una estructura similar al G-77”, afirmó Amorín, refiriéndose a la agrupación de 134 países en vías de desarrollo. El distanciamiento entre Brasil y Venezuela se incrementó tras las elecciones venezolanas del 28 de julio, en las que las autoridades de Caracas proclamaron la victoria de Maduro, un resultado que la oposición y varios gobiernos cuestionaron como fraudulento. Aunque Lula había intentado mediar en los conflictos internos de Venezuela junto con Colombia y México, los esfuerzos no lograron calmar las tensiones políticas. La postura de Brasil sorprendió a Caracas, que esperaba que la administración de Lula impulsara su ingreso a la organización, revirtiendo el veto impuesto durante el mandato de Jair Bolsonaro. La ausencia de Lula en la cumbre evitó un posible encuentro incómodo con Maduro, quien asistió con la esperanza de obtener la membresía.
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