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Desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, el tablero geopolítico global entró en una etapa de tensión creciente que aceleró profundas transformaciones en la agenda de seguridad de Europa. El conflicto bélico en el este del continente, sumado al aumento del gasto militar de las principales potencias y a la creciente inestabilidad en Medio Oriente, llevó a la Unión Europea a replantearse su estrategia en Defensa, luego de décadas en las que la paz de posguerra parecía consolidada. En los últimos meses, varios países del bloque comenzaron a incrementar significativamente sus presupuestos militares, superando el 2% del Producto Bruto Interno, el mínimo requerido por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Incluso, se prevé que esa exigencia suba al 3% en el corto plazo. Durante su primer mandato, el expresidente estadounidense Donald Trump ya había cuestionado duramente a los socios europeos por no cumplir con ese umbral, pero el escenario actual obligó a una respuesta urgente. El temor a que Ucrania no sea el objetivo final del Kremlin también activó alarmas en Estados históricamente neutrales como Finlandia y Suecia, que aceleraron su ingreso a la OTAN, formalizado en abril de 2023. La incorporación de estos países nórdicos es considerada clave para la arquitectura de seguridad europea, no sólo por su ubicación estratégica, sino también por su disposición a integrarse activamente en la defensa colectiva. Finlandia, por ejemplo, comparte más de 1300 kilómetros de frontera con Rusia. Además, el Mar Báltico, que conecta a ambos países, alberga cables submarinos esenciales para las comunicaciones y la infraestructura energética europea, y que ya fueron blanco de intentos de sabotaje. A esto se suma el creciente interés ruso por proyectarse hacia el Ártico, una vía cada vez más utilizada para el transporte de carga y material militar. Sin caer en alarmismos, los gobiernos de Finlandia y Suecia comenzaron a preparar a su población con campañas de concientización sobre los pasos a seguir en caso de una escalada del conflicto. Andreas Motzfeldt Kravik, secretario de Estado de la Cancillería noruega, y Outi Holopainen, subsecretaria de Estado de Política y Seguridad Exterior de Finlandia, coincidieron en que Europa atraviesa un momento clave y que la cooperación regional, la inversión en defensa y la preparación de la sociedad civil serán fundamentales para hacer frente a un panorama global en constante transformación.

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