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El presidente francés, Emmanuel Macron, rechazó categóricamente la posibilidad de renunciar a su cargo y prometió nombrar “en los próximos días” a un nuevo primer ministro tras la destitución de Michel Barnier, quien perdió el respaldo del Parlamento en una moción de censura aprobada el miércoles. Durante un discurso televisado, Macron señaló que el próximo jefe de gobierno deberá “formar un gabinete de interés general” que represente las diversas fuerzas políticas dispuestas a colaborar o, al menos, a no obstaculizar la estabilidad del Ejecutivo. La caída de Barnier, según Macron, fue provocada por un “frente antirrepublicano” conformado por la ultraderecha y la ultraizquierda, a quienes acusó de buscar “sembrar el desorden” en el país. La destitución de Barnier, formalizada tras su renuncia, fue el desenlace de una moción de censura impulsada por la izquierda radical de La Francia Insumisa (LFI) y respaldada por el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. El detonante fue el rechazo del presupuesto propuesto por el gobierno para 2025, que incluía medidas de austeridad destinadas a estabilizar las finanzas públicas. El líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, no tardó en reaccionar al discurso de Macron, asegurando que el presidente “es la causa del problema” y prediciendo que “partirá por la fuerza de los hechos”. Por su parte, la Asamblea Nacional sigue dividida en bloques irreconciliables —izquierda, centroderecha y extrema derecha—, lo que dificulta la formación de un gobierno de coalición. Francia enfrenta ahora un periodo de incertidumbre política, ya que la destitución de Barnier implica la renovación automática del presupuesto actual para 2025, dejando en suspenso cualquier reforma financiera significativa. Entre los posibles sucesores del primer ministro destituido se mencionan figuras como el centrista François Bayrou, el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, y el ex primer ministro socialista Bernard Cazeneuve. Macron, cuyo mandato finaliza en 2027, reiteró su compromiso de completar el periodo presidencial a pesar de los llamados a su renuncia. Sin embargo, la inestabilidad actual refleja el desafío constante de gobernar en una Asamblea fragmentada, donde las alianzas parecen cada vez más difíciles de alcanzar. Con una Francia sumida en la incertidumbre, el próximo nombramiento será clave para definir el rumbo político del país y la capacidad del Ejecutivo para recuperar el control en un contexto de creciente polarización.

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