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El presidente ruso Vladimir Putin recibió personalmente a los ocho prisioneros liberados en el mayor intercambio de prisioneros con Occidente desde 1985. El evento, que tuvo lugar en el aeropuerto Vnúkovo-2 de Moscú, marcó un hito significativo en las relaciones internacionales, con imágenes difundidas por la televisión rusa mostrando a Putin abrazando a los liberados. Entre los presos liberados se encontraba Vadim Krásikov, un agente del Servicio Federal de Seguridad (FSB) que había sido condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato de un ciudadano georgiano en 2019. Putin lo recibió con un cálido abrazo al pie de la escalerilla del avión. El presidente ruso continuó saludando a cada uno de los presos liberados antes de reunirse con ellos en un acto privado en el edificio del aeropuerto. Durante su discurso, Putin felicitó a los liberados y agradeció a aquellos con vínculos con el servicio militar por su lealtad y deber con la patria. Además, prometió que recibirán medallas estatales y que se discutirá su futuro próximamente. Una de las figuras más destacadas fue Anna Valereva Dulceva, quien había sido descubierta en Eslovenia usando un pasaporte argentino falso. Emocionada, Dulceva se fundió en un abrazo con Putin, quien le regaló un ramo de flores en presencia de sus dos hijos. Dulceva y su esposo, Artem Viktorovic Dulcev, se declararon culpables de cargos de espionaje y falsificación de documentos. La pareja había vivido en Argentina antes de mudarse a Eslovenia bajo identidades falsas como parte de una estrategia del servicio secreto ruso. Los ocho presos fueron recibidos con honores de Estado, incluyendo una guardia de honor y una alfombra roja en su llegada al aeropuerto. El evento también contó con la presencia de Serguéi Narishkin, jefe del Servicio de Espionaje Exterior, y Andréi Beloúsov, ministro de Defensa ruso. El canje, realizado en Ankara, involucró la liberación de 15 rusos y extranjeros encarcelados en países de la OTAN, además de un ciudadano alemán condenado a muerte en Bielorrusia. En respuesta, Rusia y Bielorrusia entregaron 16 presos a los países occidentales. Putin indultó a trece de estos prisioneros, incluidos tres estadounidenses, cinco alemanes y ocho rusos, en su mayoría activistas y opositores. Sin embargo, la lista de indultados no incluyó a tres ciudadanos alemanes, entre ellos Rico Krieger, quien fue indultado por el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko; y German Moyzhes y Patrick Schoebel, quienes no habían sido formalmente condenados por los tribunales rusos.

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