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Alberto Fernández regresó de Rosario, pasó por Olivos y se dirigió a la Casa Rosada, donde se enteró que una vez más el reporte diario del Ministerio de Salud venía con cifras cargadas. Entonces decidió llamar a Axel Kicillof para una reunión de urgencia. Allí analizaron los datos de una situación epidemiológica cada vez más apremiante, y el gobernador pidió endurecer las restricciones. “Cerrar todo. Es la única opción”, indicaron fuentes de la gestión bonaerense cuando todavía no había aterrizado en casa de gobierno el helicóptero en que Kicillof acudió a la cita acompañado por el viceministro de Salud provincial, Nicolás Kreplak. El gobernador cree que un desborde de los hospitales porteños puede hacer colapsar el sistema de salud en el Gran Buenos Aires, que consta de 3117 unidades de terapia intensiva entre el sector público y el privado. Están ocupadas 2394 y quedan, por ende, 723. Ese es el dato que alarma al mandatario provincial, y que fue su impulso para reclamar más cierres. Kicillof sabe que no está solo: cada vez son más los gobernadores que temen a un desborde y, por tal motivo, profundizaron los cierres luego de ciertas reticencias iniciales tras el anuncio del DNU vigente hasta el 30 de abril. Omar Perotti, de Santa Fe, sumó en las últimas horas más restricciones a la circulación y suspendió actividades culturales y deportivas. Lo mismo hizo Gustavo Bordet en Entre Ríos, donde a partir de este sábado y hasta el 6 de mayo se prohibirá la permanencia de personas en plazas, espacios y paseos públicos entre las 20 y las 6, y tampoco se podrán celebrar reuniones en domicilios particulares. En el sistema sanitario público de CABA hay 348 unidades de terapia intensiva ocupadas sobre un total de 450, lo que representa un 77%: el nivel máximo de 2020 había sido de 308 camas críticas ocupadas, según afirmaron fuentes del Ministerio de Salud porteño. El último relevamiento de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), con fecha el 10 de abril, indicó que la Ciudad tenía ocupadas el 94% de las camas UTI. La principal preocupación de Alberto Fernández reside en que la tasa de contagios no cede y provoca un incremento frenético de pacientes con enfermedad severa. Fernández volvió a reclamar a la administración porteña, el cierre de las escuelas, asegurando que la circulación creció “entre un 25% y un 30%” por mantener la presencialidad. Y que el índice de contagios de chicos de entre 13 a 19 años “aumentó un 200% en el último mes”. 

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