La intensificación de las redadas migratorias ordenadas por el presidente Donald Trump desataron el temor en las comunidades latinas de Nueva York. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, supervisó operativos liderados por agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), marcando un nuevo capítulo en la política migratoria del país. Según el Departamento de Seguridad Nacional, la administración Trump deportó a 7.300 inmigrantes en su primera semana en funciones. Tan sólo el lunes, las autoridades reportaron la detención de 1.179 personas, alcanzando un máximo diario histórico. Noem afirmó en redes sociales que estas acciones cumplen con las promesas de campaña del presidente: “Estamos haciendo nuestras calles más seguras”, escribió, acompañando sus publicaciones con videos y fotografías de los operativos. En Nueva York, considerada hasta ahora como una ciudad santuario, las redadas impactaron profundamente en la población inmigrante. Muchas familias con estatus migratorio irregular optan por retirar a sus hijos de las escuelas por miedo a ser arrestadas en el camino. El ambiente de incertidumbre también se vive en los albergues para migrantes, donde el miedo a las redadas es tema constante. Yanira, una madre venezolana que llegó a la ciudad hace tres meses con sus tres hijos, relató cómo el temor la llevó a evitar que sus hijos asistan a la escuela. “Dicen que, si uno no tiene el asilo, sin importar los documentos, nos pueden deportar. Entonces sí, tenemos temor”, comentó desde el hotel Stewart, convertido en albergue para familias vulnerables. En Nueva York, las redadas coinciden con la llegada masiva de niños latinos al sistema de escuelas públicas en los últimos años. Desde 2022, se estima que más de 48.000 menores, en su mayoría hijos de inmigrantes, ingresaron al sistema escolar. Sin embargo, las largas filas de padres llevando a sus hijos a la escuela se redujo drásticamente desde la implementación de estas políticas migratorias.
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