En medio de la euforia gubernamental por el éxito legislativo con la aprobación de la Ley Bases en Diputados, el presidente Javier Milei volvió a desplegar su táctica preferida: la construcción de un enemigo político. Esta vez, las miradas apuntan directamente al gobernador bonaerense, Axel Kicillof. En una reciente intervención radial, el jefe de Estado dejó claro su desdén hacia Kicillof al afirmar que no será invitado a la firma del Pacto de Mayo. Según Milei, duda que el mandatario provincial esté alineado con la lucha contra el déficit fiscal. Esta exclusión no sólo refleja una posición personal del presidente, sino que también resalta su estrategia de marginar a aquellos que no se sumen a su causa. Sin embargo, más allá de las disputas personales, esta rivalidad entre Nación y Provincia aporta un valor estratégico tanto para Milei como para Kicillof. Para el mandatario nacional, esta confrontación refuerza su imagen como un líder que desafía al status quo representado por “la casta”, mientras que, para el gobernador, lo coloca en una posición de expectativa hacia el futuro político, especialmente considerando su segundo mandato y la imposibilidad de optar por uno más. Las objeciones de Kicillof hacia el Pacto de Mayo no son sorprendentes, especialmente cuando se considera el contexto político y las discrepancias ideológicas. Su negativa a participar se fundamenta no sólo en la falta de diálogo con el Gobierno, sino también en cuestiones financieras como la retención de fondos por parte del gobierno nacional, que llevó incluso a acciones judiciales por parte de la Provincia. En este sentido, la propuesta de Milei de un acuerdo nacional con las provincias se encuentra con una fuerte resistencia en el gobierno bonaerense, que lo ve más como un espejismo que como una posibilidad concreta. La cercanía entre la votación de la Ley Bases en el Senado y la fecha propuesta para la firma del pacto refuerza esta percepción, lo que sugiere que el acuerdo podría más bien convertirse en un pacto por sectores en lugar de abarcar a todas las provincias. A medida que se acerca la fecha anunciada del Pacto de Mayo, la incertidumbre sobre su realización aumenta, especialmente en vista de la dependencia del éxito de la Ley Bases en el Senado. Un revés en esta instancia legislativa sin duda debilitaría la posición del Gobierno y pondría en duda la invitación a los gobernadores.
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