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Pese a que la semana pasada no se sumó a las restricciones planteadas por Alberto Fernández, la provincia de Santa Fe se encamina ahora a estudiar medidas más profundas de las que tiene vigentes, para evitar que la segunda ola de contagios de COVID-19 sature su sistema sanitario. El fin de semana pasado el nivel de ocupación de camas creció al 93%, a nivel público y privado en los principales centros urbanos, y se vivieron situaciones difíciles al tener que derivar pacientes. Hasta ahora todos los pacientes pudieron ser internados, en una situación que se graficó como un “tetris” para detectar los espacios libres en cada nosocomio. Todavía no hubo que implementar atenciones de emergencia en los pasillos de los hospitales ni se pensó seriamente en destinar los hoteles como centros de derivación, ni está previsto montar improvisados centros de emergencia. Pero el sistema cruje. El abrupto crecimiento de la ocupación de camas, más que la cantidad de casos, encendió las alarmas. Es que esta segunda ola se caracteriza por contagios más rápidos y muy agresivos, y afecta a personas más jóvenes que, por resistir más a la enfermedad, ocupan por más tiempo las camas de terapia. Nadie sabe si es el efecto de las vacunas, que ya se aplicaron masivamente a los mayores de 80 años, y por eso no se internan tanto, o se debe a que esta segunda ola afecta más a los jóvenes, o quizás se trate de que estos se cuidan menos. Pero es lo que está pasando. Las autoridades procuran expandir al máximo el sistema de atención, pero hay un punto que marca un límite invulnerable: los recursos humanos que no pueden multiplicarse y que ya muestran señales de cansancio. Hay estrés en los equipos de salud y muchos están al borde de la saturación. Cuando las camas no alcancen tampoco se tendrá la posibilidad de hacer derivaciones a otras provincias porque el cuadro de Santa Fe se replica también en otros distritos vecinos. Y encima faltan cinco días para que se cumpla el ciclo de tiempo en el que se verificarán los resultados completos de los viajes y encuentros de Semana Santa que como reguero de pólvora vienen alimentando los casos de los últimos días. Los expertos, a los que todavía no volvió a convocar el gobernador, le aconsejaran restricciones al menos para los fines de semana y le dejarán en claro un solo punto para cuando tome su decisión en soledad: que no se cierren las escuelas. También le transmitirán una certeza que Perotti ya conoce: si se vuelve a Fase 1, la desobediencia social va a ser muy grande.

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