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El panorama político y social en Argentina se ve nuevamente marcado por la tensión entre el Gobierno nacional y los movimientos sociales, en particular aquellos nucleados en la Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y diversos espacios de izquierda. La convocatoria a un “piquetazo nacional” para lunes 18 de marzo refleja la profunda preocupación de estos sectores por la situación de emergencia alimentaria y la continuidad de los programas sociales que sustentan a miles de familias en todo el país. Bajo la consigna “El hambre no espera”, las demandas de los manifestantes son claras: la entrega de alimentos para los comedores comunitarios, aumentos en los planes sociales y el rechazo a la eliminación del programa Potenciar Trabajo. El Gobierno nacional parece optar por una postura cada vez más rígida ante estas manifestaciones. La aplicación del protocolo antipiquetes y la amenaza de dar de baja a beneficiarios de planes sociales que participen en protestas o actos de violencia reflejan una estrategia de confrontación que sólo profundiza la brecha entre el Estado y los sectores más vulnerables de la sociedad. El reciente escándalo que involucra al ex secretario de Trabajo, Omar Yasín, evidencia además las debilidades internas del Gobierno en la gestión de políticas sociales. El desplazamiento de Yasín por los aumentos de sueldos a cargos jerárquicos revela una falta de transparencia y coherencia que socava la credibilidad de las instituciones gubernamentales. En este contexto, es fundamental buscar vías de diálogo y entendimiento entre ambas partes. La judicialización de las protestas y la amenaza de represión no son soluciones sostenibles a largo plazo. Es necesario que el Gobierno reconozca la legitimidad de los reclamos de los movimientos sociales y se comprometa seriamente en encontrar soluciones concretas a las problemáticas que aquejan a los sectores más vulnerables. El desafío para el Gobierno y los movimientos sociales es encontrar un punto de encuentro que permita avanzar hacia una sociedad más justa y solidaria. La confrontación y la represión sólo perpetuarán el ciclo de desigualdad y exclusión que tanto aqueja a nuestro país. 

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