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El Gobierno nacional oficializó que el Tesoro comenzará a vender dólares en el mercado cambiario para intentar contener la suba de la divisa, una medida que contradice el discurso de libre flotación sostenido hasta hace pocas semanas y que genera nuevas tensiones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El anuncio fue realizado por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, quien comunicó que “a partir del día de la fecha el Tesoro Nacional participará en el mercado libre de cambios con el fin de contribuir a su liquidez y normal funcionamiento”. El mensaje marcó un giro en la estrategia oficial, luego de que el propio equipo económico con el ministro Luis “Toto” Caputo y el presidente Javier Milei a la cabeza defendiera públicamente la flotación del tipo de cambio. La decisión confirma además lo que ya había ocurrido la semana pasada, cuando el Tesoro vendió en silencio unos 350 millones de dólares. Esa operatoria, interpretada en la City como un signo de debilidad, fue la antesala de la admisión pública de la intervención. La medida despierta controversias porque, según los compromisos asumidos con el FMI, el Gobierno sólo podía intervenir en el mercado cuando el dólar tocara el techo de la banda cambiaria. Analistas financieros advierten que esta decisión podría interpretarse como un incumplimiento, pese a que desde Economía argumentan que se trata de fondos del Tesoro y no del Banco Central. La estrategia llega en un contexto de fuerte sangría de reservas, que en lo que va del año acumula unos 14.000 millones de dólares, y sin los ingresos de la cosecha del campo que el Ejecutivo no aprovechó para fortalecer las arcas. En el mercado consideran que, ante la falta de divisas propias, el Gobierno estaría utilizando recursos provenientes del FMI, lo que genera dudas sobre la capacidad de pago de futuras obligaciones. En los últimos meses, el equipo económico recurrió a distintas herramientas para intentar contener la escalada del dólar: ventas de futuros, liquidación de bonos y suba de tasas de interés, entre otras. Ninguna alcanzó para frenar la presión cambiaria, y los operadores ya descuentan que la capacidad de maniobra de Caputo se encuentra severamente limitada. El giro en la política cambiaria supone además un golpe para el relato libertario. Economistas de distintos espacios, como Domingo Cavallo y Carlos Melconian, venían advirtiendo sobre la contradicción de sostener con recursos públicos un tipo de cambio artificialmente bajo mientras se proclamaba la libre flotación.

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