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El gobierno boliviano expresó su profundo malestar ante las recientes declaraciones de la oficina del presidente argentino, Javier Milei, que calificó de “falsa denuncia de golpe de Estado” el levantamiento militar ocurrido en Bolivia la semana pasada. En respuesta, Bolivia convocó al embajador argentino en La Paz y llamó a consultas a su propio embajador en Buenos Aires. La canciller interina de Bolivia, María Nela Prada, leyó un comunicado oficial en el que calificó las declaraciones argentinas como “inamistosas y temerarias”. Prada subrayó que el gobierno de Bolivia rechaza enérgicamente estas afirmaciones y las considera un acto de intromisión en los asuntos internos del país andino. Por su parte, el gobierno argentino, a través de un comunicado, repudió lo que denominó una “falsa denuncia” de golpe de Estado, alegando que los reportes de inteligencia indican que la narrativa presentada por Bolivia “no es creíble” y no concuerda con el contexto sociopolítico de la región. La oficina del presidente añadió que “la democracia boliviana está en peligro, no por un golpe militar, sino porque históricamente los gobiernos socialistas derivan en dictaduras”. En respuesta, la diplomacia boliviana insistió en que las declaraciones argentinas son desinformadas y tendenciosas, y exhortó al gobierno de Milei a respetar la soberanía de Bolivia y no intervenir en sus asuntos internos. El expresidente boliviano Evo Morales también se pronunció en contra de las declaraciones de Milei, asegurando que “los asuntos de Bolivia deben ser resueltos por los bolivianos”, calificando a Milei como un “enemigo de los movimientos populares de la región”. El gobierno de Venezuela se sumó al rechazo, acusando a Milei de “intentar imponer una narrativa de la derecha latinoamericana” y de ser un “peón de macabros intereses” que buscan imponer el fascismo en la región.

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