En medio de la crisis económica que atraviesa Argentina, se evidencian cambios significativos en los hábitos de consumo, especialmente en el sector de las estaciones de servicio. Los efectos se hacen notar tanto a nivel nacional como en las ciudades fronterizas, donde los precios solían ser más convenientes para los extranjeros. Los primeros meses del año han sido testigos de una disminución considerable en las ventas de combustible a nivel nacional. La liberación de controles y el descongelamiento de impuestos contribuyeron a un aumento en los precios en los surtidores, lo que llevó a una retracción del 16% del volumen de ventas entre diciembre y febrero. Este fenómeno se vio exacerbado por la migración de consumidores hacia la línea de combustible tradicional, debido a su menor costo en comparación con la línea premium. Las ciudades fronterizas experimentan un colapso aún más pronunciado en las ventas de combustible. Anteriormente, los extranjeros solían cruzar la frontera para cargar combustible debido a los precios más bajos en Argentina. Sin embargo, la situación cambió drásticamente, con una caída del 55% en la venta de nafta en Clorinda (Formosa), y descensos significativos en otras ciudades como Posadas, Puerto Iguazú, Uspallata, Colón y Concordia, donde las ventas han disminuido entre un 11% y un 37%. El aumento en el precio de los combustibles contribuyó a la retracción de la demanda, agravada por el incremento de los costos de bienes y servicios como resultado de la inflación y la contracción de los salarios reales. Esta situación potenció aún más la caída del consumo mes a mes. En los últimos años, los precios de los combustibles en Argentina se mantuvieron por debajo de los valores internacionales, gracias a diversos programas destinados a mantener los precios en el mercado interno. Sin embargo, con la reciente liberación de los precios en los surtidores, el costo del combustible se equiparó más a los precios internacionales, lo que redujo la brecha significativamente.
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