Se formalizó el inicio de clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires y en Jujuy, luego de casi un año en que se decidió desde el Gobierno nacional, el cierre de las escuelas. La primera etapa de la vuelta a la presencialidad, contempla el retorno de 370.493 estudiantes porteños pertenecientes a 2.117 escuelas. Son cuatro grupos: el nivel maternal; el nivel inicial; primer, segundo y tercer grado de primaria; y primer y segundo año de la secundaria. El 22 de febrero se incorporarán todos los chicos de primaria. El 1 de marzo será el turno de toda la secundaria, el 8 se sumarán los jóvenes y adultos que buscan terminar su educación obligatoria y el 22 retomarán los estudiantes de nivel superior. De ese modo, los 785.152 alumnos porteños recuperarán la presencialidad. De cara al nuevo ciclo lectivo, el gobierno porteño preparó un protocolo con distintas pautas que trastocarán la rutina escolar. Si bien se amplió el concepto de burbuja al curso completo, sólo se permite la asistencia simultánea si se cumple con el metro y medio de distanciamiento entre los bancos. A ese punto hay que sumarle el tapabocas en todo momento, los recreos escalonados y el accionar ante un caso sospechoso. Cuando se presenten síntomas compatibles con el coronavirus, la escuela tendrá que aislar la burbuja en ese mismo momento y contactar a la obra social y a los padres si se tratara de un niño. Una vez confirmado el caso, el Ministerio de Salud porteño identificará a las personas que cumplan criterios de contacto estrecho. Si se trata de un estudiante, se deberá aislar durante 10 días corridos al curso al que pertenece y a los maestros que le hayan dado clases hasta 48 horas antes de confirmarse el caso. En cambio, si el positivo es de un docente, se deberá aislar durante diez días a todas las burbujas con las que tuvo contacto hasta 48 horas antes de recibir el resultado del hisopado. Después de algunas reuniones de trabajo, los sindicatos le dieron el visto bueno al protocolo. Solo Ademys, un gremio de apenas 1.500 afiliados, convocó a un paro de 72 horas desde el miércoles hasta el viernes. Por su parte, Ute-Ctera, el principal gremio en la Ciudad, cuestionó la intención del gobierno porteño de que asistan todos los chicos los cinco días de la semana, pero no anunció medidas de fuerza. Uno de los puntos que reclamaban los gremios era que la administración de Horacio Rodríguez Larreta, testeara a los docentes de cara al inicio del ciclo lectivo. Desde el lunes 8 de febrero, la Ciudad habilitó tres centros de testeos (La Rural, la sede de la Comuna 7 y la Usina del Arte) dedicados a los trabajadores de la educación. Sin embargo, hasta el momento pocos maestros fueron a testearse. De acuerdo a los últimos datos oficiales, el 16,4% de los docentes realizó un PCR: 18.059 educadores pidieron turno para el hisopado de un total de 110.000 trabajadores que tiene CABA.
En los últimos días, con el regreso anticipado a los establecimientos de docentes y directivos, surgieron críticas por el estado de los edificios escolares, que no permitían “un regreso seguro a la presencialidad”. Según los portavoces oficiales, el gobierno porteño destinó más de 2 mil millones de pesos en kits de limpieza, elementos de bioseguridad, purificadores de aire para aquellas aulas que no tienen ventilación adecuada, más los reemplazos para los docentes que no pueden asistir por ser grupo de riesgo. De la mano con el regreso a clases, hoy el Ministerio de Educación tiene previsto inaugurar tres escuelas: el Polo Piedrabuena de Villa Lugano, con más de 5 mil metros cuadrados, que tendrá una matrícula de 420 estudiantes; el Jardín de Infantes N°18 del distrito escolar 21, también Villa Lugano, que contendrá seis salas para chicos de 3, 4 y 5 años; y el Jardín de Infantes N°18 del distrito escolar 5, ubicado en Parque Patricios, que también dispondrá de seis salas para nivel inicial.